El té blanco es un té no fermentado, así que se clasificaría en realidad como un té verde, y dentro de éstos, como la clase que no sufre ningún proceso de torrefacción.
Para elaborar un té blanco se recogen los brotes, que surgen al principio de la primavera, antes de que se abran. Su color es verde pálido con un finísimo vello blanco (de ahí su nombre). Es en ese momento cuando toda la energía y todos los nutrientes de la planta se concentran en los brotes.
El té blanco es mucho más eficaz que el té verde ya que contiene TRES VECES más polifenoles, un antioxidante muy potente que ayuda a aumentar nuestras defensas y colabora en la lucha contra los radicales libres. Si tenemos en cuenta que los radicales libres oxidan las células y que eso favorece el envejecimiento y las enfermedades (incluso el cáncer), podemos entender que algunos estudios digan que tomar té blanco aumenta las defensas, combate el envejecimiento celular y es un buen aliado para prevenir el cáncer.
Como todos los tes:
- Combate la fatiga física y mental.
- Aumenta la capacidad de concentración y memoria.
Tiene la mitad de cafeína que el té verde, por lo cual esta más recomendado para la gente nerviosa o que no necesita ese efecto excitante. Es ideal en dietas antiobesidad ya que no tiene calorías, es muy agradable, aumenta nuestra energía, es suavemente diurético y favorece la eliminación de grasas. Es un buen aliado ante enfermedades cardiovasculares, ya que reduce los niveles de colesterol LDL (el "malo") y los trigliceridos.
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